Mictecacíhuatl |
Los aztecas practicaban dos festivales importantes: uno para niños
(Miccaihuitontli), que se celebraba alrededor del 8 de agosto según relatos de
los primeros frailes, y el de los adultos (Hueymiccailhuitl) se hacía 20 días
después. En el inter, los aztecas presentaban ofrendas a sus muertos y ofrecían
penitencias y purificaciones.
Los españoles por su parte, solían ir a los cementerios y depositar
pan, vino y flores desde el Día de Todos los Santos, es decir desde un día
antes de la celebración del Día de los Fieles Difuntos y rezaban en el lugar
para apaciguar a los difuntos ya que algunos pensaban que en ese día las almas
deambulaban por la tierra y podían llevárselos consigo. Las ofrendas se
presentaban en un altar y se prendían velas para guiar a los difuntos hacia el
altar.
Pan de Muerto |
La tradición azteca de venerar a los niños y a los adultos no fue erradicada por los españoles al convertirlos al catolicismo, sin embargo por recomendación papal, las celebraciones se hicieron coincidir con las fechas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, los días 1 y 2 de noviembre a la usanza española en lugar de las fiestas separadas de la tradición azteca. Desde entonces se considera que el día 1 es el día de las almas de los niños y el día dos de las de los adultos.
Sin duda este sincretismo es el que dio origen a los diversos
elementos aztecas y españoles presentes en los actuales altares del día de
muertos. De acuerdo con la tradición azteca en algunas regiones suele haber en
los altares una cruz de cal que representa los 4 puntos cardinales; también se
representan los 4 elementos tierra, fuego, agua y viento, este último es
típicamente representado con el ondear del colorido papel picado. Se destaca también la flor de cempasúchil, o
flor de los cuatrocientos pétalos, cuyo olor se cree atrae a los muertos y su
color amarillo evoca al sol, cuya luz alumbra el camino del alma. En
muchas regiones de México, suele incluirse un arco, profusamente decorado con
flores, cuya presencia alude a la entrada al inframundo.
floricultor de cempasúchil |
El pan, como representación de la Eucaristía y la cruz, son elementos cristianos aportadas por los hispanos, quienes también contribuyeron con otros elementos como las flores blancas y rojas que representan la pureza y el amor. Tradicionalmente se utilizan los ramilletes de "Nube" y los rojos claveles. Hoy en día el vino ha sido sustituido con el tequila que va más de acuerdo con la costumbre nacional y la comida se presenta hoy, a la usanza española, con la riquísima variedad de la gastronomía mexicana que se adecua a los gustos de quienes se honra en el altar.
Altar |
El fuego de las velas y el humo ascendente del incienso o el copal
son comunes a ambas culturas; sin embargo otros muchos elementos se han
incorporado a la fiesta con el pasar de los años; hoy no faltan las
fotografías, las simpáticas y muchas veces mordaces "calaveritas",
agudas rimas que hacen eco del buen o mal actuar de los protagonistas de todos
los ámbitos de la sociedad. Quizá ningún elemento sea tan emblemático hoy cómo
las deliciosas y coloridas calaveras de azúcar.
¡Calaveritas de azucar! |
Como hemos visto, la celebración del Día de Muertos es una riquísima
amalgama de historia, culturas, costumbres, colores y sabores, misma que
inspira a artistas, fotógrafos y estudiosos a documentar de un modo u otro esta
fiesta infinita. Museos e instituciones realizan exposiciones en México y en el
extranjero. Parece irónico, pero sin duda alguna, la celebración del Día de
Muertos continua tan viva hoy como en los últimos 500 años.
Q.D.E.P.